El Arq. Álvaro Roberto Mora Palacios, presidente del Instituto Municipal de Investigación y Planeación, tuvo la gentileza de obsequiar once catálogos de los monumentos y placas con valor histórico y/o arquitectónico de personajes, quienes han dejado huella, los cuales fueron recibidos por el Ing. Civil Luis Ríos Martínez, actual Presidente de la Sociedad de Historiadores de Cd. Juárez, A.C.
Revisé las 220 hojas las cuales contienen imágenes fotográficas y datos de los monumentos, nombres de los autores, fechas de las inauguraciones, breves descripciones, ubicaciones de los monumentos y placas existentes.
Los datos en las descripciones de cada uno de los monumentos y placas fueron aportados por la Dirección General de Educación y Cultura.
Encontrando varias imprecisiones, una de ellas es la anomalía en la página 103 del nombre del escultor, siendo a mi parecer el autor don Gregorio Salgado Corral, quien imaginó, modeló, canceló, talló en bronce la estatua de Don Miguel Hidalgo Costilla, localizada en la calle de Costa Rica y Pedro S. Varela y Tepeyac.
I.- E padre de la patria Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga, tuvo relaciones con tres mujeres, con quien tuvo cinco hijos.
La primera mujer con la cual se acopló fue Manuela Ramos Pichardo, con la cual tuvo dos hijos nacidos en Valladolid (hoy Morelia), allá por el año 1780, bautizados con el nombre de Agustina y Lino Mariano.
La segunda mujer con la cual se engarzó, se llamó Josefa Quintana Castañón, quien dio a luz a dos bebés cuyos nombres fueron María Josefa y Micaela.
La tercera mujer con la cual se encadenó fue Viviana Lucero, quien le dio un varón nacido en Guanajuato en 1789 de nombre Joaquín, quien falleció a la edad de 94 años en la casa # 17 de la segunda calle de Lerdo de la Cd. de México, este descendiente de don Miguel Hidalgo, se casó con Soledad Quijada, quien procreó un niño con el nombre de Agustín, el cual se matrimonió con Soledad Marroquín, ambos tuvieron descendencia, cuyo paradero se desconoce.
II.- Don Benito Juárez García estando en la Cd. de Chihuahua fue presionado por el ejército francés, por lo que tuvo que huir hacia la Villa Paso del Norte, en donde estableció su gobierno, bien sabido es que carecía de recursos económicos, pero cuando falleció envenenado el 18 de julio de 1872, dejó en su testamento la cantidad de $151,233.81 pesos, con cuatro casas ubicadas en: Mercaderes # 4, en el # 3 de la calle de San Francisco, en el # 18 de la calle de Tiburcio, ubicadas en la Cd. de México y en Oaxaca la casona de la calle de Coronel, además acciones de minas y del ferrocarril con valor $4,770.00 pesos de aquella época.
Viene a mi mente una frase de don Benito Juárez, presidente de México (1858-1872), quien tiene en esta ciudad fronteriza tres monumentos, cuatro bustos y un libro de bronce en donde se describe la carta dirigida a Matías Romero.
La locución dice: «Como hijo del pueblo nunca podría olvidar, que mi último fin debe de ser siempre su mayor prosperidad».
III.- El Siervo de la Nación se llamó José María Teclo Morelos Pérez, hijo de José Manuel Morelos Robles y de María Guadalupe Pérez Pavón, siendo adolescente fue confiado a su tío Felipe, quien era dueño de una recua de mulas, las que llevaba mercancías por las veredas estrechas de la Sierra Madre hacia el puerto de Acapulco, el que sería héroe de la Independencia de México, recorrió esos caminos como arriero.
Morelos era de mediana estatura, robusta complexión, su piel de color moreno, ojos negros limpios, rasgados y brillantes, tenía una mirada profunda e imponente, sus cejas pobladas, barba redondeada, su aspecto grave hasta ceñudo, su boca en muchas ocasiones era franca y risueña, propia de los grandes caracteres, su voz adquiría inflexión para animar a sus guerreros, la prosperidad no lo ensoberbecía, ni el infortunio lo decaía.
Cuando fue derrotada la guerrilla de Morelos, fue apresado y llevado a Tezmalaca, cerca de Iguala, Gro., el 5 de noviembre de 1815, lo capturó el vil trásfuga de Matías Carranco quien le puso grilletes en sus pies y manos, el Generalísimo fue llevado a San Agustín de las Cuevas, en Tlalpan, de allí a la Ciudad de México en donde estaban las cárceles secretas de la Inquisición, lo vistieron con traje de penitente color gris, sotanilla sin cuello de corte funerario, le agregaron la estola y la casulla, en su mano derecha portaba una vela de color verde, le ordenaron arrodillarse ante el juez, cuya voz resonó: «Te arrancaré la potestad de santificar, consagrar y bendecir que recibisteis en la unción en las manos y en los dedos».
«Por la autoridad de Dios Omnipotente Padre, Hijo y Espíritu Santo, te quitamos el hábito clerical y te desnudamos del adorno de la religión y te despojamos de todo orden, beneficio y privilegio clerical, por ser indigno de la profesión eclesiástica, te devolvemos con ignorancia el estado y el hábito seglar».
A continuación le cortaron un mechón de su cabello diciéndole: «Te arrojamos de la suerte del Señor como hijo ingrato y borramos de tu cabeza la corona, el signo real del sacerdote a causa de la maldad de tu conducta, te rasuramos la cabeza a fin de que desaparezca la tonsura. En seguida le rasparon la piel de la palma y dedos de su mano, rociándolos con ácido por haber sido indigno, receptor de los Santos Sacramentos y de la unción sacerdotal.
Morelos con los ojos bajos se mantuvo sereno, su semblante no se inmutó y en el acto de degradación que fue atroz, despiadado y humillante, se le vio caer una lágrima de sus ojos, cuando el verdugo se le acercó a roerle las palmas, los pulgares y los índices de sus manos.
Félix María Calleja del Rey, Conde de Calderón, Teniente General de los Reales Ejércitos, y Virrey, del 4 de marzo de 1813 al 20 de septiembre de 1816, decidió condenar al Siervo de la Nación a ser fusilado. Trasladaron a Morelos de La Ciudadela a San Cristóbal Ecatepec, con orden de enterrarlo inmediatamente sin amputación de miembro alguno.
El coronel Manuel de la Concha le hizo salir de la mazmorra a las 2 de la mañana, notificándole la sentencia a Morelos, a quien hizo poner de rodillas para escucharlo, fue engrillado y trasladado en un carromato a las 6 de la mañana el 22 de diciembre de 1815.
Pasaron por la Villa de Guadalupe, San Juan Ixhuatepec, Xalostoc, Santa Clara, Cerro Gordo, Tulpetlac. Llegaron a San Cristóbal de Ecatepec en donde lo bajaron, le vendaron los ojos, le ataron los brazos con portafusiles, arrastrando sus pies descalzos con pesados grilletes, fue llevado al exterior de un edificio en ruinas, lo obligaron a arrodillarse sobre excremento de vaca, con el rostro vuelto hacia una tapia de adobe, se dio la voz de fuego, tronó la descarga y cuatro tiros penetraron en el cuerpo de José María Morelos, se percibió que se agitaba su cuerpo en la tierra con horribles convulsiones, le dispararon una segunda descarga, quedando el cuerpo del prócer inmóvil sobre un charco de su propia sangre, fue enterrado cadáver en la Parroquia de San Cristóbal de Ecatepec.
En la época en que fue Emperador de México Fernando José María Maximiliano de Habsburgo-Lorena, Juan Nepomuceno Almonte hijo natural de Morelos, fue nombrado Mariscal del Imperio, este felón incineró los restos mortales de Morelos y las cenizas de su progenitor se las entregó en el Palacio de Miramar a Maximiliano de Habsburgo, este ursurpador las tiró al mar.
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