(Segundad de dos partes)
Siguiendo el hilo de los sucesos continúo con Servando Teresa de Mier, quien fue apresado y escoltado por 25 soldados al mando del Capitán Ceballos, se le hizo montar en una mula con dirección a Pachuca, en el camino cayó con su cabalgadura, siendo llevado a la fortaleza de San Carlos de Perote y de allí a la presencia del virrey Juan Ruíz de Apodaca quien lo sometió a la jurisdicción que le habían abierto proceso cuando fue aprendido la primera vez.
Pero la Inquisición a su vez le formó causa y lo reclamó y en consecuencia el virrey Juan Ruíz de Apodaca, mandó suprimir los procedimientos de la jurisdicción, entregándolo al célebre Tribunal de la Santa Inquisición en cuyas cárceles ingresó un 13 de agosto de 1817.
El despejado ingenio de Servando Teresa de Mier, su altivo carácter, la azarosa y aventurera existencia, languideció al padecer en las cárceles secretas de la Santa Inquisición durante 3 años, siendo entregado al virrey Apodaca a finales de mayo de 1820, por haberse abolido la Santa Inquisición por decreto del 9 de mayo de 1820.
El virrey Juan Ruíz de Apodaca inició su gobierno el 20 de septiembre de 1816, ya en 1820 había perdido el control de la Nueva España, situación que se complicó con el restablecimiento de la Constitución de Cádiz y el giro que dio la guerra con la promulgación del Plan de Iguala del 24 de febrero de 1821.
Los esfuerzos del Virrey no pudieron detener el crecimiento del ejército Trigarante el cual superó a las fuerzas realistas, por lo que renunció a su cargo el 5 de julio de 1821.
En febrero de 1822 llegó Servando Teresa de Mier a Veracruz, siendo encarcelado en el Fuerte de San Juan de Ulúa, todavía en poder de los españoles, de ahí logró sacarlo el primer Congreso Constituyente del cual formó parte como diputado por Nuevo León.
Miguel Adaucto Fernández quién se autonombró Guadalupe Victoria, fue presidente del 10 de octubre de 1824 al 1 de abril de 1829. En 1825 se expulsó a los españoles de su último baluarte, el Fuerte de San Juan de Ulúa.
Opuesto al Imperio de Agustín de Iturbide, Servando Teresa de Mier fue encarcelado en el Convento de Santo Domingo de donde se fugó por séptima y última vez.
El primero de enero de 1823 fue reelecto diputado Servando Teresa de Mier, pronunciando su famoso discurso de las Profecías en que abogó por una República centralista, sostuvo, se adoptara el sistema federalista, en 1824 firmó el Acta Constitutiva de la Federación.
Concretando y esquematizando sobre Servando Teresa de Mier, el cual fue doctor en Cánones, diputado por Coahuila en las Cortes de Cádiz. Expuso sus ideas federalistas y se pronunció de una nueva intendencia de Coahuila, Nuevo León y Texas y la elevación de Saltillo, Parras, Monclova al rango de ciudades, defendió la libertad de imprenta, rechazó la Mitra de Puebla, ofrecida por Fernando VII, diciéndole: «Yo no he salido de mi tierra a mendigar favores del despotismo, la misión que se me confió es de honor y no de granjería», por esa actitud le confiaron los intereses de Puerto Rico, Caracas, las Californias y las provincias internas de Occidente ante las Cortes.
Por estimular las insurrecciones de Chile, Buenos Aires, Santa Fe, Quito y México, se le confinó en la cartuja de Aracheresti en Valencia, fue liberado y se le radicó en Madrid, como diputado, influyó para que se enviara como Virrey de la Nueva España a su amigo Juan de O’Donojú y O’Ryan, cuyo nombramiento no fue como Virrey sino como Jefe Político Superior de la Nueva España, cuando llegó venía muy enfermo de las uñas de las manos y los pies, a consecuencia de que Fernando VII lo condenó a prisión porque se opuso al Régimen Absolutista.
Juan de O’Donojú y O’Ryan tenía buen carácter, inteligencia y férrea disciplina militar, aceptó conferenciar con Agustín de Iturbide un 24 de agosto de 1821 firmando el Tratado de Córdova y la frase que dirimió toda controversia y evitó toda confrontación: «Desatar el nudo sin romperlo». Sólo ejerció el cargo del 24 al 27 de septiembre de 1821, en esos tres días fueron suficientes para disponer la salida de los soldados realistas. Juan de O’Donojú aceptó vivir en México, Agustín de Iturbide lo invitó a formar parte de la Regencia del Imperio, falleció a los 11 días de que México había amanecido a la libertad.
Servando Teresa de Mier fue diputado por Coahuila, en 1823 presidió la Comisión que formuló el proyecto de Constitución Federal, fue Ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos del 30 de noviembre de 1825 hasta su muerte en 1827.
En 1825 siendo presidente de Estados Unidos, John Adams, mandó a México de ministro plenipotenciario a Joel Robert Poinsett, pero en 1830 el presidente de México Anastasio Bustamante solicitó su retiro, accediendo el presidente Andrew Jackson.
Poinsett sembró la semilla masónica, fundando logias yorkinas, por ello los presidentes de México, desde Guadalupe Victoria hasta Miguel Alemán fueron miembros de la masonería.
Comenzaban desde aprendiz, compañero, maestro… etcétera, hasta llegar a Caballero Elegido Kadosch, Príncipe Real Secreto y el grado 33 es el de Soberano Gran Inspector General.
En esta ciudad fronteriza se encuentran las logias «Renacimiento» y «Fíat Lux», dependiendo de la logia «Cosmos» de la Ciudad de Chihuahua.
Servando Teresa de Mier escribió sus discursos, sermones, cartas de carácter político y religioso como: Historia de la Revolución en la Nueva España, Tradición de Nuestra Señora de Guadalupe, que escribió en Burgos.
Cartas y escritos inéditos de Fray Servando Teresa de Mier de José Miguel Verges. Escritos y Memorias con prólogo y selección de Edmundo O’Gormán, 1945.
En 1861 fue exhumado su cadáver y doce más los cuales se hallaron momificados, un tal Antonio Carreón los exhibió en el portal de lo que fue el Santo Oficio, diciendo que habían sido víctimas de la Santa Inquisición.
Un italiano compró varias de esas momias entre ellas el de José Servando Teresa de Mier ignorando el paradero de sus restos.
A su muerte el Congreso de la Unión lo declaró Benemérito de la Patria, su nombre se puso escrito con letras de oro en el Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados.
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