Lo he dicho antes en esta sección y lo vuelvo a repetir: el género superheroico ya cansó, pues no dejan de atenerse a arquetipos y clichés que no permiten que trascienda del simple objetivo comercial y se vuelva una figura emblemática del séptimo arte. Por esto mismo es que Logan (James Mangold, 2017) goza de harta virtud, por salirse de muchos espacios de confort y explorar más allá de la superficie de la naturaleza del superhéroe o de la superheroína. Salir de las capas y los maniqueísmos para explorar aspectos más humanos e interesantes de estos seductores personajes.
¿Dónde queda Wonder Woman en este tedioso ambiente? La última cinta del universo cinematográfico de DC, dirigida por Patty Jenkins (Monster, 2003), con guion de Allan Heinberg quien ha escrito para Marvel y para series como The O.C. y Grey’s anatomy, y protagonizada por la israelí Gal Gadot quien ha figurado en cuatro cintas de la saga The fast and the furious; ha causado muy buena recepción entre la crítica y el público, aunque las acusaciones de «sobrevalorada» no se han hecho esperar, pero con semejante contexto (agréguese los anteriores resbalones vergonzosos de DC), WW se consolida con calidad más que justificada y bien encauzada hacia el camino que parecía tomar Captain America: The Winter Soldier (Russo brothers, 2014) o Logan en este género.
Esta película nos narra el origen de Diana quien crece en «Themiscyra», una isla en la que habitan únicamente las guerreras amazonas. Creadas en los tiempos mitológicos, las amazonas tienen por tarea mantener la paz en la humanidad, pues ésta se ve envuelta en eternas guerras motivadas por el dios Ares. Al espectador se le explica este origen mitológico con una herramienta visual bella y asentando la base estética del origen del personaje. Siendo adulta, Diana presencia como un avión se estrella en las aguas de Themiscyra y sin pensarlo mucho, se lanza al mar y salva al piloto y espía británico Steve Trevor (Chris Pine). Trevor les habla a las amazonas de la Gran Guerra que azota al mundo y Diana, motivada por el propósito de su pueblo, decide acompañar a Trevor al frente y cazar a Ares, pues ella está convencida de que es él quien está (nuevamente) detrás de esta conflagración entre los hombres. Matar a Ares es su objetivo pues es la causa directa del conflicto.
Jenkins nos presenta una cinta introductoria, pero le otorgó a WW un inicio dinámico, entretenido, bello y que hace mancuerna para desarrollar hábilmente el conflicto central de la película. Se refuerza la idea de que «las historias sencillas son las mejores», pues sus personajes principales, Diana y Trevor, logran una química decente que soporta gran parte de la obra. Gal Gadot entrega una versión de La Mujer Maravilla decidida, fuerte y elegante. Ciertamente se entorpeció levemente su presencia, pues Jenkins no pudo evitar convertirla en el interés romántico de Trevor. Dimensión innecesaria del personaje si me preguntan, pero agregando a la vez, humanidad a Diana (ella no es exactamente una humana). Esto queda muy reducido frente a la mayor virtud (y la más interesante) de Diana, pues tiene una fe sólida sobre el buen corazón del hombre.
En efecto, la protagonista se presenta muy ingenua frente a la naturaleza banal de la Primera Guerra Mundial pues le achaca toda la culpa a Ares y ve a los humanos como entes corrompidos por el dios de la guerra. Sin embargo, la cinta lleva a un «giro de tuerca» que invita al espectador, con poco esfuerzo, a posicionarse frente a la visión general de la cinta y de La Mujer Maravilla y decidir si WW resulta disonante o demasiado idealista. No obstante lo anterior, WW plantea una idea y la desarrolla claramente y eso es algo bastante anómalo en las últimas cintas de DC.
Así como sus personajes sostienen mucho la cinta, también son estos los que la debilitan. Antíope (Robin Wright), la tía de Diana se siente como un personaje desaprovechado y llevado con poca delicadeza. En una situación similar, se encuentra la bandita de mercenarios formada por Trevor, debido a que todos tienen una personalidad definida pero sobrante. Parecido a lo que ocurrió con el equipo que apoyaba al Capitán América en The First Avenger (Joe Johnston, 2011). Pura paja mal usada. Además de esto, los villanos principales: Doctora Veneno (Elena Anaya) y el General Erich Ludendorff (Dany Huston) se limitan a la causa de la guerra y su guion los convierte, por momentos, en caricaturas. A diferencia de los anteriores casos, Jenkins construyó estos villanos con un propósito que se define muy bien al revelarse la plot twist en el último cuarto de la cinta. El enfrentamiento final le otorga al conjunto un marco épico, con un espectáculo fundamentado y trascendiendo el plano humano para poder asumir la historia a través de los ojos de Diana.
Después de varios años tenemos una película decente de DC y con mucho potencial discursivo. El tono feminista tal vez no sea debatible pero nunca se siente predominante ni aleccionador, pues se percibe claramente que Jenkins tiene interés en edificar un personaje y no reventarnos la cara con actitudes moralinas. El mensaje feminista está presente con una ejecución elegante y bien integrada. Y parece ser que la gran virtud de WW es precisamente la protagonista, pues su postura es creer en la benevolencia del hombre, perseguir incansablemente el fin del sufrimiento humano y guardar la firme convicción de involucrarse directamente para cambiar las cosas.
La recomiendo si aún quiere darle una nueva oportunidad a las películas de DC y al género superheroico. Es entretenida, atractiva y bien ejecutada, pero si ya se hartó (como yo) de la fórmula típica, es muy probable que la perciba palomera y olvidable. En lo personal, salí de la sala complacido a secas.
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