Andrés Manuel López Obrador ha aprovechado la mayoría que tiene en ambas Cámaras para sacar adelante la iniciativa que militarizará y ampliará las facultades del Ejército en el combate a la violencia en nuestro país, aun y cuando la institución, es el principal responsable de una largo historial de abusos, crímenes de Estado y desapariciones forzadas en nuestro país en los últimos 60 años.
Con la aprobación en el Congreso, y la próxima ratificación en el Senado, gracias al PRI, de la Guardia Nacional, que no es más que soldados con licencia para cometer todo tipo de atropellos como lo han venido haciendo a lo largo y ancho del país desde que Felipe Calderón los sacara de los cuarteles para en teoría, combatir al narcotráfico, aunque en la práctica estuvieran trabajando para el Chapo, como se decía hace unos años, lo cual fue recientemente ratificado según testimonios en el juicio contra el narcotraficante mexicano en una Corte de Nueva York.
No importa cuánto se esfuerce López Obrador y su Gabinete en defender lo indefendible, y nos vendan la idea de un cuerpo policial de élite los cuales combatirán la violencia en nuestro país con procedimientos policiales, perspectiva de género, derecho penal y derechos humanos. La Guardia Nacional, es un hecho, estará conformada por policías federales, navales y militares, quienes recibirán capacitación castrense, y estarán a cargo de un mando militar, aunque en teoría nos digan que será un mando civil, el cual seguramente será nombrado por López Obrador y hará lo que su jefe le diga que haga, el mismo que se empeñaba hasta hace unos días en sacar adelante su iniciativa tal cual, en donde se contemplaba un mando militar para la Guardia Nacional.
Human Rights Watch, la ONU, la CNDH y un importante número de activistas sociales se oponen a la creación de dicha guardia, y si resisten es porque los hechos los respaldan, la lista de abusos por parte de Ejército es larga.
Desde la masacre de henriquistas en la Alameda en 1952; la masacre de 19 estudiantes en Guerrero en 1960, el asesinato del líder campesino Rubén Jaramillo en Morelos en 1962, la masacre del 2 de octubre en 1968, la guerra sucia durante la década de los setenta, y más recientemente la Matanza de Tlatlaya, en el Estado de México, y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, en todos estos casos y otros mas ha estado la mano criminal de nuestro “glorioso” Ejército Mexicano.
Y eso lo sabe AMLO, el cual hasta hace muy poco defendía el regreso de los soldados a los cuarteles, posición en la que se habían mantenido los últimos años, lo cual me hace recordar aquel dicho que dice “piensa mal y acertarás”. Quien esto escribe recuerda que la idea de la Guardia Nacional surgió justo después que el entonces Presidente electo se reuniera por primera vez con los ex titulares de la Sedena y Marina, saliendo de ese encuentro el presidente era otro y uno no puede evitar preguntarse: ¿qué le dijeron los militares al Presidente para que se diera tan drástico cambio?
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