En un texto publicado en el periódico Reforma, el gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, ofrece un balance del sexenio de Enrique Peña Nieto. Queda a deber casi todo, señala.
El siguiente es el texto del mandatario:
Del Pacto por México al Pacto de Impunidad
Fue poco el tiempo que le duró el resplandor de «El Salvador de México»; el halo de gran reformador sucumbió -engolosinado con la abyección a su alrededor- y descuidó el exceso que lo desnudaría de cuerpo entero: La Casa Blanca.
A partir de ahí, Enrique Peña Nieto quedó marcado para siempre con el sello de la corrupción, la componenda, el cinismo político. Por eso vino todo lo demás: la Casa de Malinalco, OHL, la Estafa Maestra, Odebrecht, el socavón express, César Duarte y otras impunidades. De ser el impulsor de cambios estructurales en el Pacto por México, pasó a ser el garante de la permanencia del Pacto de Impunidad.
Por eso fue mentira cualquier persecución efectiva a la corrupción, porque surgía de sus entrañas de manera incontrolable. Esto me hace afirmar que, en los últimos 50 años, pasando por todo lo que eso significa, el de Peña Nieto ha sido el sexenio más corrupto y corruptor del régimen que, ojalá, hoy termine.
La corrupción lo devoró todo, como ese cáncer que destruye, carcome. La metástasis se extendió a los campos más diversos de la vida nacional. Se atenazó la ineficacia con la indolencia. Pasará a la historia como el sexenio que desatendió a las víctimas y su derecho de acceso a la justicia, ante tragedias como la de Ayotzinapa y la desaparición de personas en todo el país.
Ninguna de las llamadas reformas estructurales generó los resultados prometidos. Creció la pobreza y la desigualdad; los monopolios más importantes, siguen intocados. La estrategia de seguridad hizo del 2017 el año más violento de los últimos tiempos. Gastó como ninguna administración anterior en medios de comunicación; tan solo en cinco años erogó más de dos mil millones de dólares en publicidad oficial, según publicó The New York Times en diciembre de 2017 en un reportaje de portada.
Poco le sirvió la inversión: no sólo desapareció del mapa político electoral reciente a su Partido, sino él se va con el más bajo nivel de aprobación popular de que se tenga registro. Contrario a lo que se empeña en afirmar la propaganda, Peña Nieto queda a deber casi todo
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