El mismo día que el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo se encontraban en Washington para iniciar el avance de lo que serán las renegociaciones del TLC, el presidente Donald Trump firmó un par de órdenes ejecutivas en detrimento de las Relaciones entre ambos países, primero iniciar la construcción del muro fronterizo y otra, que enumera una serie de medidas contra la población inmigrante en Estados Unidos y las llamadas ciudades santuario.
Esto fue considerado por algunos políticos, analistas y empresarios como una provocación, por lo que pedían al presidente Peña, tomar medidas drásticas y cancelar el encuentro con Donald Trump, programado para el martes 31 de enero.
Peña Nieto en cambio, se mostró tibio y dubitativo en un mensaje a la nación, donde habló mucho y dijo poco y aun teniendo la ocasión de cancelar la reunión ante las bravuconadas del presidente Trump, dio a éste la oportunidad de ofender nuevamente a nuestro país, por medio de un mensaje vía Twitter, su medio favorito para lanzar diatribas a diestra y siniestra, sugirió al Jefe del Ejecutivo mexicano ahorrarse la visita si no pensaba pagar el muro; ante semejante provocación Peña no tuvo de otra que anunciar que «cancelaba» la reunión, un par de horas después de que su homólogo, ya la había dado por candelada.
Mal se ve el presidente de México al mostrarse dubitativo e indeciso ante la agresiva política migratoria emprendida por el nuevo presidente de Estados Unidos y la andanada de improperios lanzada a nuestro país.
Se entiende que sea Peña Nieto quien deba mantener una postura negociadora y conciliadora, la que se espera de un estadista, ante los desfiguros del empresario convertido en estrella de reality show, venido a político. Pero también se le debe exigir al presidente una posición más decidida y resuelta a la hora de enfrentar a Trump, pues los intereses de nuestro país van de por medio.
Por lo pronto el presidente ya perdió la primera acometida de Trump, y no lleva ni una semana en la Casa Blanca, se vislumbran cuatro años que pudieran convertirse en ocho años de serios enfrentamientos entre ambos países.
Por lo pronto, Peña Nieto tuvo la oportunidad de ganar el primer round y la dejó ir.
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