Nadie esperaba que en nuestro país ocurriera una tragedia como lo ocurrido en Monterrey, cuando un adolescente de 15 años disparó contra su maestra y tres compañeros, y luego se suicidó. Estos hechos los veíamos tan lejanos a nosotros, algo que sólo podría suceder en otros países, como ocurre con lamentable frecuencia en Estados Unidos.
Pero el pasara en nuestro país debería de alertarnos acerca del ambiente de violencia en el que se desarrollan nuestros jóvenes y lo fácil que se ha vuelto en nuestro país tener acceso armas de fuego. No es la música o los videojuegos lo que está enfermando a nuestros adolescentes, es la sociedad que poco a poco se ha ido habituando a vivir en medio de la violencia.
El joven F. G., se sabe ahora, tenía problemas psicológicos y pasaba por una depresión que estaba siendo tratada, pero otros síntomas estaban ahí y nadie pareció prestarle la atención debida.
El adolescente había sufrido bullying o acoso escolar, había pasado de un centro escolar a otro en los últimos dos años y en este último colegio se puede ver en el vídeo del ataque, que su pupitre está alejado del resto de sus compañeros, F., tenía problemas y su maestra decidió apartarlo, no es nuestra intención culpar a su maestra de lo ocurrido en Monterrey, pero sí es un hecho que en las escuelas suele apartárseles del resto, a los jóvenes que presentan problemas de conducta, cuando precisamente esto último es una llamada de auxilio, que debió ser atendida por sus padres, maestros y amigos los cuales fueron alertados por el propio adolescente que iba a llevar un arma a la escuela. Debieron considerarlo normal suponemos.
Crecer y madurar no es fácil, es doloroso para algunos, el estado de confusión es permanente, y esto se agrava aún más, si vivimos en una sociedad que se ha ido enfermando e insensibilizando poco a poco de tanta violencia que nos llega diariamente por todos los flancos posibles, sumergirse en esta realidad resulta ya tan fácil como tomar el teléfono o tableta para revisar tu red social.
Otros hechos de violencia se habían presentado en los últimos años en las escuelas, pero ninguna con las características y el saldo de cuatro personas heridas y un muerto, como esta vez, pero a nadie le pareció relevante. Los vídeos de estudiantes agrediendo a otros compañeros, grabados por los mismos estudiantes, como si fuera un espectáculo digno de mostrar, son cada vez más comunes, lo mismo sucede con la multiplicación de grupos en las redes sociales que glorifica e incitan a la violencia, ahí están a nuestro alcance y al alcance de nuestros jóvenes.
Es necesario que todos tomemos un momento para reflexionar acerca de lo que ocurrió en Monterrey, y qué estamos haciendo para que nuestros jóvenes se desarrollen en un ambiente seguro y sano, para que tragedias como la de Monterrey sea la última.
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