•La ciudad del niño; el Seminario Diocesano; la Catedral, son algunas de las obras creadas por Pelayo en la ciudad fronteriza •Los Pelayo Brambila practicaban el bien. Su hermano Agustín hizo mucho por Parral y por el albergue de Nombre de Dios.
•Baudelio merecía el obispado por sus obras, no precisamente porque él hubiera cumplido su trascendente misión para lograrlo
Cierto es que la mayor parte de la religiones recomiendan a sus fieles mantener una disposición constante de hacer el bien, actitud personal que es más notoria en las monjitas quienes, en verdad como a mí me sucede conmueven y despiertan admiración sobre todo las que dedican su vida en atender a niños y viejitos.
–Mira hijo: aquel señor gordito es el curita que fundó aquí la Ciudad del Niño y es quien está construyendo esta obra que será la Catedral de Juárez, me decía mi madre cuando pasábamos frente a la vieja Misión de Guadalupe y se veían en efecto, los trabajos de edificación de la Catedral cuyo techo, ya casi concluido se desplomó una vez por fallas humanas que nunca faltan.
Tiempo después, ya más mayorcito, cuando tomaba el camión «Agricultura» en la 16 de Septiembre, justo en la banqueta del costado izquierdo de la edificada catedral, supe, y me interesaba saberlo, que el curita gordito, más bien chaparrito, de rostro sonrosado, amable y sonriente, se llamaba Baudelio Pelayo Brambila, a quien se le había otorgado el título de Monseñor, que viene a ser una dignidad eclesiástica que no a cualquiera se le confiere.
De Pelayo copió la idea el sacerdote Álvarez para fundar la Ciudad de los Niños de Monterrey, y tanto los juarenses, y los vallejuarenses como yo, sentíamos que, cuando se anunció la erección de la Diócesis de Juárez, el primer Obispo, por inobjetables merecimientos, sería Baudelio Pelayo Brambila.
A esa Ciudad del Niño acudía Javier, el gobernador, cuando quedó huérfano de madre. Lo dice en la publicación de El Heraldo de Chihuahua el martes 13 de diciembre de 2016, con nota y foto donde aparece abrazando a la monjita María Lourdes Martínez, que lo confortaba en aquellos momentos difíciles y tristes de su niñez en su natal Ciudad Juárez.
Es bueno que Javier promueva su agradecimiento, su gratitud, por el beneficio y la atención recibida por la monjita María de Lourdes Martínez. Eso engrandece al gobernador en sus sentimientos humanos.
Chihuahua, enero de 2016
*Premio Nacional de Periodismo 1973
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