En este momento en Estados Unidos cerca de 11 millones de inmigrantes viven en un constante estado de angustia, debido a lo que parece, un incremento de redadas por parte de agentes de inmigración, en por lo menos seis estados, entre ellos California, Texas, Arizona y Atlanta, con un saldo inicial de cerca de 400 detenidos en sólo una semana.
Lo cierto es que la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés), niega dicho incremento y niega también la relación de estas incursiones, con el cambio de poderes en el vecino del norte y el anuncio del decreto en materia de Inmigración firmado por Donald Trump el pasado 26 de enero.
En este documento Trump da un viraje de 180 grados a la política migratoria que se venía dando en Estados Unidos durante el gobierno del presidente Barack Obama, que contemplaba como prioridad, la deportación de personas con antecedentes penales, Trump por el contrario ha ampliado dichas categorías y ve como un peligro a la seguridad nacional a cualquiera que haya violado las leyes migratorias del país.
Hasta el momento, 90 connacionales han sido deportados, de todos estos casos, quizá el más representativo de una deportación y sus secuelas, es el caso de Guadalupe García Rayos, una madre de dos hijos, quien vive en Estados Unidos desde los catorce años y la cual ha sido separada de su familia.
Nuestro país no está listo para recibir a los millones de indocumentados que el presidente Trump se propone deportar, lo cual fue una de sus principales promesas de campaña junto con la construcción de un muro, que pretende sea pagado por los mexicanos.
Hay en Estados Unidos 11 millones de personas, de las cuales 5.8 millones son mexicanos según cifras del Pew Research Center, de estos, cuatro millones están en riesgo de ser deportados.
México, ya de por sí, con una economía débil y en desaceleración y amenazada por la posible desaparición del Tratado de Libre Comercio, no podría brindar empleo, ni los servicios de salud pública, alimentación y vivienda; si no los cubre para la población nacional, mucho menos lo podría hacer con los cientos de miles de mexicanos que viven de manera ilegal en Estados Unidos.
Es urgente que Enrique Peña Nieto deje de apostarle a las “buenas relaciones” de Luis Videgaray y el yerno de Trump y reaccione ante lo ominoso que se vislumbra el panorama. De no hacerlo los resultados serían desastrosos para nuestro país.
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