El panismo estatal no está preparado a estas alturas para enfrentar con éxito el proceso electoral de cambio de diputados y presidencias municipales el próximo año. Hay una evidente división que se refleja desde la campaña misma y recientemente en las decisiones o indecisiones del Congreso chihuahuense.
Durante la campaña era notoria la abulia del dirigente estatal Mario Vázquez, con respecto a la campaña a la gubernatura, es un hecho de todos conocido que incluso abandonó la dirigencia por el tiempo preciso para ir por el número uno en la lista de los diputados plurinominales, apostando a una baja votación y asegurando para él un lugar en el Congreso local.
Los cálculos de Mario Vázquez y su grupo fueron tan malos y la votación y triunfos obtenidos tan numerosos, que no logró la diputación por la vía cómoda, hubiera ocasionado sobre representación.
El Congreso con mayoría panista ha sido una oposición constante a las iniciativas del gobernador Javier Corral, quien sigue sin hacer del Congreso un aliado para sus reformas y políticas públicas, sobre todo si consideramos que el PRI sólo tiene cuatro escaños de los 33 que conforman el poder Legislativo estatal.
Incluso con el discurso de la división de poderes, se da por hecho que un poder Legislativo afin al poder Ejecutivo, trabajan en alianza en lo que a reformas a la ley se realizan, incluso y especialmente, estos casos se ven en las democracias más avanzadas.
Es claro que no está sucediendo en Chihuahua, las fuerzas políticas panistas que en la campaña se declararon en huelga de manos caídas, con respecto a la campaña del ahora gobernador, siguen siendo su principal oposición en el Congreso- El PRI no tiene el numero de diputados suficientes, lo que con habilidad ha hecho la llamada “Bancada Rosa” es muy simple, alientan el enfrentamiento entre panistas.
Desde el inicio de la administración los medios de comunicación consignaron los primeros choques. El gobernador Corral hizo sentir su preferencia porque la diputada Alma Gámez, fuera designada como la jefa de la bancada panista, pero la dirigencia aún en manos de Mario Vázquez Robles, impulsó decididamente a Miguel Latorre y en la negociación quedó Latorre como líder y Gámez como presidenta por el primer año.
Muchos han sido las diferencias entre los grupos internos del PAN, pero destaca el del nombramiento del titular de la Auditoría Superior del Estado, en donde la bancada panista dirigida por Miguel Latorre, jugó en contra de los deseos del gobernador al grado de que Javier Corral, en base a la ley impugnó el nombramiento como improcedente y el evento devino en el cambio de líder del la bancada, en donde fue sustituido el propio Latorre, por Jesús Villarreal, quien según todos los indicios aun no toma el poder completamente en sus manos.
El más notorio de los diferendos, fue cuando se tuvo que bajar de la orden del día dos asuntos que eran de todo el interés de gobernador: refinanciar 20 mil 400 de pesos y la aprobación del Sistema Estatal Anticorrupción, al no haber una mayoría calificada los dos temas corrían el riesgo de ser rechazados y no volver a ser vistos por el pleno del Congreso, hasta dentro de un año, lo que hubiera retrasado el sistema anticorrupción lo que desfazaría a Chihuahua del resto del país en la materia.
Los panistas deberían estar preocupados, ya que si con un Congreso supuestamente afin, han tenido grandes dificultades de entendimiento los poderes Ejecutivo y Legislativo, imaginemos lo que puede pasar luego de las elecciones de 2018, si el Congreso le resulta adverso al gobernador Corral, simplemente sus esfuerzos de reformas se verían sistemáticamente obstaculizados.
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